Pintar, para María Elisa Luna, es un móvil vital. Pero su verdadera urgencia radica en traducir a imágenes las formas que naufragan en su mente, que irrumpen en su psiquis antes de acostarse.
Tras dedicar años a la realización de pinturas en blanco y negro, utilizando tramas geométricas como punto de partida, el color surge como un despertar en su obra. Moviéndose fuera del entramado, pequeñas explosiones de color dan inicio a un lenguaje cromático que la artista busca explorar a través de una serie de pasos y registros de color aplicados a distintas formas y superficies.
La trama que dominaba sus pinturas anteriores, posiblemente ligadas a la vibración de la ciudad, cambia de frecuencia. El color y la forma se desatan, y se vuelven a reunir al percibir el cielo a partir de la copa de los árboles, en la predominante paleta que va del verde al azul.
Lejos del determinismo racional, que escapa a lo subjetivo, herencia de la tradición de la pintura concreta, las obras de María Elisa Luna se detienen el instante preciso en que lo externo y objetivo se transforma, reformulado, regenerado, en algo interno y subjetivo.
Como en ese preciso momento en el cual, durante la noche, se curan las heridas.
Artistas: María Elisa Luna //