Las situaciones y personas que Martín Di Girolamo recrea en sus esculturas resultan confusamente cercanas: podemos no saber bien de quiénes se trata pero creemos haberlas visto antes. Y porque quizás alguna vez las vimos -en forma de foto, como parte de una noticia, en una imagen viralizada- suponemos que podemos entender de qué hablan.
Pero, ¿cuánto del dolor de esas vidas logra realmente traspasar las pantallas para tocarnos? Somos remotos y pasivos en nuestra condición de espectadores virtuales, estamos condenados a la total fugacidad de lo que podría llegar a conmovernos.
En La opacidad de lo evidente, Di Girolamo selecciona escenas en las que parece restituir al menos una parte de todo lo que han perdido, es reparador y amoroso. Su talento de escultor reconstruye los cuerpos en esos momentos justos, en el grito, en el forcejeo, en los efectos de diversas catástrofes sobre rostros o torsos. Ahora no es posible no mirarlos, parece decir.
Ofrecidos a los tiempos largos de la mirada sobre el volumen, dispuestos para el recorrido circular e incluso abiertos a nuestras posibles ganas de tocarlos. Un conjunto de historias tristes que propician nuestra empatía; una pequeña victoria.
Artistas: Martín Di Girolamo // Curador: Fernando Farina //