Tiempo pasado de guerras internas. Periodo de desorganización nacional. Inicio del desierto de Vallecito de San Juan. Paisaje ocre, amarillado y extendido a lo lejos. Clima seco. Sopla el Zonda. Una madre cargando a su hijo se asoma al camino.
En esta pieza, Bartolone toma el mito popular de la difunta Correa -una mujer que pretende atravesar un territorio hostil con su hijo lactante-, para hacer nuevamente una operación sobre el lenguaje y su sentido, multiplicando sus significantes. Dice Alejandro Tantanián: ”Siempre hay alguien que no está. Siempre hay un cuerpo sustraído. Ayer y hoy. Y siempre. Esa ausencia, entonces, desata un viaje. Ese cuerpo que no está es causal de guerra y para llevarla adelante, caminamos. La madre del desierto
es una poderosa odisea que tiene la intención de vampirizar parte del teatro del siglo xx, parte de la mística cristiana y casi toda la historia argentina: que no es sino una sucesión interminable de traiciones, cadáveres, guerras fratricidas y otras pestes bíblicas”. Bartolone elige aquí reterritorializar la lengua y, de esa forma, habilitar una nueva manera de percibir la historia y la literatura; o la historia a través de la literatura o, también y al mismo tiempo, la historia de la literatura a través del teatro.
Esta pieza es una producción del Teatro Nacional Cervantes.
Autor: Ignacio Bartolone // Actores: Alejandra Flechner, Juan Isola // Dirección: Ignacio Bartolone // Escenografía: Endi Ruiz // Iluminación: David Seldes // Vestuario: Endi Ruiz // Coreografía: Carolina Borca // Música: Franco Calluso, Raquel Luco // Producción: Malena Schnitzer //