Joaquín Camaño y las redes jesuíticas a fines del siglo XVIII. La presencia de América en Europa.
Una inmensa comunidad de desterrados llegó a fines del siglo XVIII a los Estados Pontificios (Italia) por disposición de la monarquía española. Me refiero a los miles de jesuitas que recalaron en Emilia-Romaña (norte de Italia) luego de la expulsión de 1767 ejecutada por Carlos III rey de España.
Del numeroso conjunto de inmigrantes ilustrados integrantes de la Compañía de Jesús se sabía muy poco hasta hace unos 15 años atrás. Sobre ellos se ignoraban los particulares de su cotidianeidad sumergida en los archivos regionales italianos. Mi desafío fue estudiarlos entrando por el ojo de la cerradura en el océano de los jesuitas expulsos guiada por la figura de un personaje particular, el riojano Joaquín Camaño y Bazán (1737-1820), uno de los tantos desterrados.
En los Estados del Papa vivieron de la pensión que les asignó la Corona española gracias al dinero obtenido de la venta y expropiación de los cuantiosos bienes que la Orden había acumulado por el mundo. En Italia tuvieron un extraordinario encuentro con la sociedad de acogida, pudieron dialogar con el mundo cultural del siglo XVIII y comienzos del XIX y colocaron a Bolonia y a los Estados Pontificios en el centro de los debates europeos sobre las temáticas americanas en boga en esos tiempos.
Este encuentro sobre “las redes jesuíticas” es una síntesis de las respuestas socio- culturales de los ex jesuitas halladas en archivos y bibliotecas italianas, españolas, estadounidenses, argentinas, y francesas. El trabajo que presento es un compendio de las reflexiones nacidas de la confrontación de las fuentes manuscritas y de la bibliografía especializada que me ha ayudado a acercarme a la vida de estos misteriosos personajes que fueron conocidos perfectamente por Bartolomé Mitre.