Sólo un auténtico independiente como Robert Aldrich podía llevar al cine la obra de Odets, una de las más feroces críticas que hayan caído sobre la cara oscura del sistema de estudios. Con ayuda de un grupo de intérpretes tan notable como idiosincrático, Aldrich narró la historia de una estrella (Palance) que no puede librarse de su productor (Steiger) porque éste le ha evitado la cárcel en el pasado y ahora está dispuesto a cobrarse esa deuda. Cada escena es un compendio de miserias humanas que Odets podía describir con exactitud por haberlo conocido de primera mano. Hollywood tardó en perdonar a Aldrich, quien para hacer su siguiente film se trasladó prudentemente a Europa.
The Big Knife, EUA,1955, 111'.