Sobre la exposición de Horacio Zabala, Gonzalo Aguilar ha escrito: Cuando Horacio Zabala comenzó a ejercer la profesión de arquitecto en los setenta, ya era un artista. En la década anterior, había hecho sus primeras exposiciones y en 1973 formó parte del Grupo de los Trece. En ese grupo, Zabala ejerció su peculiar arte conceptual articulado con la política y con una referencia siempre presente a su experiencia como arquitecto: _Anteproyectos_ es el título que reúne varias de sus obras de ese período. Sucede que, en su obra, los desfasajes entre arquitectura y arte definen su dimensión conceptual: porque si uno de los objetivos fundamentales de la arquitectura es construir edificaciones para habitar –es decir, con una finalidad útil–, en sus obras Zabala utiliza la arquitectura y sus diseños sin otra finalidad que la de producir construcciones imaginarias, moradas en las que no se puede vivir, ambientes que sólo sirven para alterar lo conceptual y lo sensible. Tener en cuenta esta arquitectura paradójica y desencajada que recorre la trayectoria de Zabala es fundamental a la hora de recorrer (_Hipótesis_). La perversión es la misma: cálculos que no tienen resultado, frases que carecen de sentido (pese a sus signos de puntuación), cuentas que suman y dividen elementos imposibles, operaciones que de lo racional sólo conservan la apariencia. Como sucedía con sus cárceles o sus refugios antiatómicos, la construcción parece seguir todos los protocolos. Pero el resultado deriva en el absurdo. Por eso lo primero que provocan las hipótesis es la risa. Una risa irónica, intelectual, incrédula, silenciosa. Cada proposición tiene algo de comedia: es como si el conceptualismo hubiera tropezado con el escalón de lo sensible y se hubiera despatarrado. Como en un film de Buster Keaton. No hagamos multiplicaciones, no aspiremos las comas: no va a servir de nada. Una arquitectura que no sirve es un arte incesante.

Última fecha

vie

14

junio / 2013

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