Sobre la exposición de pinturas de Rosario Zorraquín, Javier Villa ha expresado: "Para no caer en el agujero negro un pintor puede actuar bajo una lógica de identificación (con un lenguaje previo) y diferencia (corriendo a ese lenguaje con una invención propia). En su serie gris, de cuadros atmosféricos, Rosario contenía en un sola pintura todo este sistema de apropiación y desfasaje. Una pintura se montaba sobre la previa, la continuaba, la superaba, la corría, y una siguiente volvía a alzarse y contener a sus predecesoras. Un único plano pluridimensional como ilustración metonímica y personal del palimpsesto incestuoso y eterno de la historia de la pintura. En Madame Dioz no eran la materia y el tiempo que se condensaban en un solo punto de devenir histórico, sino los compotentes narrativos quienes se superponían en un mismo plano temporal, desmembrando la idea de un ícono pictórico unívoco para que converjan varios signos en una misma representación. La misma pintura era espacio, fondo, figura, personaje, animal, planta.

Glosa podría considerarse un tercer capítulo dentro de esta pretensión quijotesca. La invención de un nuevo lenguaje tiene un halo sacro: Rosario es medium de su propio cosmos simbólico. Absorbe el mundo y lo regurgita de forma exhaustiva, casi febril, en criptogramas, jeroglífiicos, pictogramas, ideogramas, letras inventadas, dibujos y sucedáneos. El mundo se transforma en un glosario interminable que da paso a la pintura.

Última fecha

vie

30

mayo / 2014

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