Exposición conjunta de Pablo Amoedo y Lucho Rossi, sobre la que Julio Sánchez ha escrito: Los hombres y animales parecen salidos de _El Jardín de las Delicias_ de El Bosco, pero son las esculturas de Pablo Amoedo. Nuestro artista crea un mundo de seres que se debaten entre la cordura y la fantasía; fácilmente reconocibles -un conejo, un avión, una cabra o un mono- todos ellos parecen aquellos híbridos que decoraban los márgenes de los manuscritos medievales, esas drolleries o caprichos que funcionaban como un recreo para la lectura del texto más académico...
Mientras tanto, sobre las pinturas de Lucho Rossi, el interés está centrado en las figura humana y sobre todo en la relación entre las personas. Rossi apuesta por la gestualidad y el trazo, y construye cada personaje con rapidez e inmediatez; hay poco interés en el fondo que suelen ser neutral, las figuras no están en paisajes, interiores ni ciudades, al situarse en un no lugar abandonan su individualidad y se vuelven universales y eternos. El artista avanza sin rodeos sobre cada uno de los protagonistas, ejecuta remolinos de trazos que van dando forma al volumen de la cabeza o el cuerpo y con una discreción mancha de colores cálidos y luminosos piernas, cabezas y otras zonas
, expresó Sánchez.