Primera muestra individual del artista tucumano Máximo Pedraza compuesta por pinturas de mediano y gran formato, cielos oscuros y tupidos en acrílico sobre papel misionero y esculturas en bronce.“Esta dualidad se traduce en una dinámica visual escurridiza: cuanto más ingenuas son las formas que retrata, más se cierra el cielo sobre ellas para cubrirlas con una mantilla de oscuridad y desconocimiento; a su vez, mientras más siniestras parecen, algo en la mansedumbre de las imágenes declara que no hay nada de qué asustarse”, relata su curador, Alejo Ponce de León.