Sucede a menudo que Valeria Maculan, en su trabajo, nos hable de elección, de movimiento y de participación. Como en un claro de nubes tornasoladas, la artista nos ofrece la posibilidad de catarsis, una transferencia, un coro omnipresente en el escenario representado por cuerpos múltiples y una sola voz.
La artista desmonta procesos creativos, les da contexto, crea un vocabulario gestual donde siempre hay algo que examinar, reevaluar y volver a ver por primera vez. Descubre cómo los elementos constitutivos del drama pueden representar el tejido que une visión y reflexión.
El cuerpo de trabajos que se presenta en la exposición Escenario-Boca está estrictamente vinculado a la estructura de la tragedia griega.
La muestra empieza con un prólogo donde encontramos reminiscencias del teatro ambulante, “de contenido, sin continente” - en palabras de la artista - un escenario móvil, un rito colectivo, una caja de resonancia de ideas, el lugar de la palabra donde nos invita a permanecer.
Una vez dentro, seguimos hacia el párodo.
Por los pasillos entra en escena el coro: figuras en clausura privadas de movimiento y en caída libre, rehenes de una condición inexplicable. Puede que derive de una maldición, de un destino desafortunado, o absurdamente, de la nada.
Caminamos de sala en sala, nos detenemos, intercalamos éxtasis y maravilla. Nos sorprenden obras que son pequeños interludios, figuras tutelares, Medusa, Esteno y Euríale, gorgonas con poder en sus miradas. Las sandalias, el yelmo y la alfombra salvan a Perseo. Telas transformadas en el tablón de una escena o un templo, una cueva, una tienda por la que entran y salen autómatas móviles, columnas.
Valeria Maculan parece decirnos a cada momento que todas las elecciones posibles conducirán inequívocamente a algo, poniendo al mismo nivel, tanto el tema de la libertad como el del límite, sin olvidarnos nunca del poder determinante y oscuro del destino, que escapa al control y que subyace, quizá inconscientemente, a toda la muestra.
Artistas: Valeria Maculan //