Exposición de Margarita García Faure, curada por Javier Villa, quien ha expresado: No puedo imaginar una pintura que, al moverse su concepción a través del espacio, produzca un desfasaje entre el reloj interno del hacedor y el tiempo representado por el objeto. Pero igual puedo lanzar la siguiente hipótesis: la pintura es un género en constante jet lag; tiene un huso horario propio que atrasa o adelanta su contemporaneidad. La hipótesis se complementa con un estado de la cuestión que podría leerse como un lugar común: en 1958 se fabrica el Boeing 707, Jasper Johns realiza su primera individual en Leo Castelli y Lucio Fontana pasa de los agujeros a los tajos con cuchillo sobre tela, y a partir de los sesenta se produce un cambio de paradigma en el cual el artista pasa de la invención (ser un productor de imágenes nuevas) a la edición (ser un consumidor atento de su tiempo). Es decir, la pintura se encuentra en un limbo temporal entre el pasado y el futuro, como también en un limbo conceptual entre la invención (cuyo vehículo será siempre la esfera individual) y la búsqueda de un fuera de cuadro (el artista alimentándose del contexto y dando cuenta de él). Parafraseando, entonces: si la pintura logra diseccionar una feta precisa de estos limbos, podría ser el ojo del huracán de un exacto -pero solo uno de los posibles- presente, que se despliega en forma centrífuga hacia el pasado y el futuro, lo individual y lo contextual, la invención y la edición. Tal vez, en ese momento ubicuo de percepción que nos regala, seamos nosotros los que nos encontramos en estado de jet lag.