Podría pensarse que MARCELO SARACENO logra asombrosamente, sin ningún alarde ni estridencia, la callada proeza de que la cosa y su esencia se alcen en un mismo acto a la vista, en ese instante en el que no aparece todavía la mediación de las palabras. Más aún; cuando frente a sus piezas surge la necesidad de nombrar lo que vemos, la relación entre la cosa y la palabra que la nombra es al mismo tiempo vinculante y fantasmagórica, explícita y esquiva.¿Cómo es eso posible? ¿Estaremos en presencia de un fenómeno que, siendo eminentemente poético, se revela a la vez como la manifestación de un estadío intermedio de la materia, lo cual en este caso equivale a decir del lenguaje?. Los cuerpos, los objetos cotidianos, el mobiliario, las fisonomías parecen haber perdido entidad, como si ya no llegaran a ser del todo eso que evidentemente son, o bien estuvieran en camino a dejar de serlo, reconocibles y extraños, cercanos y atemporales, como calcos arqueológicos sobreviventes de la proteica nube de ceniza arcillosa que alguna inesperada - ¿ o deliberada? – catástrofe de la imaginación hizo caer sobre el impetu morfológico del autor. Ahí están, como la palpable constatación de que una civilizatoria utilería ha quedado abandonada entre algún simulacro de figura en artificial sobrevida, con sus epidermis y superficies palpitando en la maleable aspereza del yeso pigmentado, intensificada por la constructiva laboriosidad de una manipulación experta que apela tanto a la ortodoxia de la espátula,del formón y la escofina, como al recurso in extremis del serrucho, del fratacho, del hacha de cocinero. Lanzado con idéntica eficacia a la metáfora como a la pulsión dramática, MARCELO SARACENO asume por derecho propio lo que le cabe del linaje de Giacometti, Medardo Rosso, Segal, Balkenhol, y empuja su sistema estético a la búsqueda de una verdad última, en un gesto tan proclive a insinuar que estamos en la inminencia de una disolución terminal como al hipotético amparo de una originaria transformación salvadora. Eduardo Stupia, septiembre 2024