El punto más alto de la filmografía de Arnold llegaría en 1956 con la alucinante El hombre increíble.
La historia de Richard Matheson -sobre un hombre expuesto a la radiación atómica que se achica hasta desaparecer en el infinito- dio lugar a una de las mejores y más sutiles películas fantásticas jamás filmadas. El toque maestro del guión lo puso el mismo Arnold, en un final metafísico en el que el protagonista Grant Williams acepta su condición (…). Arnold logró mantener ese desenlace casi por milagro: los ejecutivos de estudio querían un final feliz más convencional. (…) Pero el director insistió y en una proyección de prueba la mayoría del público reaccionó favorablemente ala impresionante resolución del film.
Dirección: Jack Arnold //