Una familia de americanos compuesta por el señor (ministro de América) y la señora Otis, su hijo mayor Washington, Virginia de 15 años y dos gemelos se trasladan a pasar el verano a Inglaterra, después de haber comprado Canterville Chase, pese a las advertencias de todo el mundo incluida la del propio Lord Canterville de que se trataba de una propiedad embrujada. Un fantasma habitaba la casa desde hacía 300 años, se trataba del alma culpable de Sir Simón de Canterville. Vagaba por la casa tras desaparecer en circunstancias misteriosas, en cuyo sitio aparecía una y otra vez una curiosa mancha de sangre. Pero los Otis una familia moderna republicana, no hará caso a esas historias. Sin embargo, nada más llegar a la casa, Mis Otis descubrirá con desagrado la supuesta mancha de sangre, que manda inmediatamente limpiar (pese a ello la mancha aparecerá repetidamente cada mañana) y esa misma noche, el fantasma hace su aparición, despertando con el chirriar de sus cadenas a sir Otis, que él ofrece una botellita de ensagrador, y a los gemelos que le lanzan una almohada. La impasividad y el descaro de los Otis le indigna y se siente obligado a huir. Lleno de ira prepara su venganza, pero sus continuos planes fracasan ante la sangre fría de mis Otis, el ingenio de Washington. El fantasma burlado y sin fuerzas encontrará el apoyo de la dulce Virginia. La niña le ayudará a encontrar el descanso profundo, le acompañará al “jardín de la muerte”, llorando y rezando junto a él. Así logra que su alma sea perdonada y pueda descansar en paz para siempre, al igual que la casa que queda tranquila y libre de fantasmas.