Julián Terán se ha caracterizado por crear su mundo visual a través de la línea precisa y el grafismo laborioso y por su interés tanto en los mapas topográficos como en las taxonomías para representar el cielo, es decir, en los sistemas con los que los humanos traducen territorios y espacios a elementos visuales. Habiendo crecido en un pueblo de la provincia de Buenos Aires, en la obra de Terán resuenan la omni-presencia del paisaje, y de sus enormes cielos. Su interés en los mapas y territorios también ha incluido los límites, las fronteras, las traducciones, los momentos en que lo territorial salta al nivel simbólico de constituir naciones.
En esta obra más reciente el dibujo y la palabra escrita —elementos constitutivos de su trabajo anterior— adquieren características más gestuales, volcándose a la exploración de la materia y llevando esta búsqueda al terreno pictórico. Carbonilla, polvo de ladrillo, cenizas volcánicas, tierra materializan astros inverosímiles en un cielo terrenal, en donde mapas y paisajes se funden en un mismo espacio.
En la sala contigua, una instalación realizada con discos de arado intervenidos por el artista mediante un procedimiento alquímico, acentúa el señalamiento de Terán de aquellos espacios y dispositivos que conectan cielo y tierra. Los discos, que durante años sirvieron para el trabajo de la tierra trazando surcos en campos de la provincia de Buenos Aires, dirigen ahora su mirada hacia una hipotética galaxia, construida con otro elemento característico del paisaje pampeano: el alambre de púa. Los destellos que emana este corroído enjambre están presentes también en las obras en papel y en los lienzos de cada una de las salas. Oscuridad y brillo disputan protagonismo en las obras.
Artistas: Julián Terán //