En el texto curatorial de esta exposición de Sebastián Bonnet, la curadora Fernanda Laguna, ha escrito: Me acuerdo cuando Sebastián Bonnet compró su atelier. Fue hace muchos años y el día que giró las tres vueltas de la llave para tomar posesión del lugar comenzó a “remodelarlo”. Al principio parecía que en dos meses lo tendría listo. Desde el comienzo se dedicó a hacer cosas extrañas, infinitas. Despintar para dejar la capa de pintura más antigua sin dañarla y otras miles de cosas por el estilo que jamás entendí bien. Es el día de hoy que caigo en la cuenta de que todo esto era mucho mas que una remodelación, era una obra apoteótica y casi imperceptible. El tema no tenía que ver con la reestructuración del espacio si no con la lenta transformación del artista en una rara especie de albañil. Bonnet al ver un Atelier en esa casa propició que la gran obra se produjera sobre él. El atelier lo cubrió como un manto. Cubrió a cada amigo que entró, cada conversación, cada mirada, cada polvo. El atelier irradió su luz y de esa manera cuidó de que quedaran guardados en la cámara sus más estimados momentos
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