Es es una obra de Karina Peisajovich producida por el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. La luz modula el espacio, su volumen y límites con el color y el movimiento como únicos ejes. El aire toma esta forma materializa ante el ojo una posible representación o registro de aquello que pareciera invisible: percibir al color en absoluta desnudez formal (más allá del mundo de las líneas, los planos y sus límites) para llegar a sentir su longitud y frecuencia de onda. Peisajovich trabaja forzando el acto de ver, intentando empujar al ojo a que se encuentre con el color en estado puro, luego de una paulatina adaptación de la retina. Y que sea el ojo, posteriormente, el músculo que comience a construir imágenes: lograr recuperar a la percepción como fuerza productiva al emanciparse parcialmente de su actual y constante actividad receptiva.