En Duele (toda la vida cabe en una caja) Juan y Paula se encuentran y se pierden recurrentemente a lo largo de 30 años de relación.
Deseo, necesidad e impotencia son los puntos que trazan un segmento entre los 8 y los 38 años de dos personajes contradictorios, inmóviles e hiperquinéticos.
Ahí donde Juan es centrífugo, Paula es centrípeta. Adonde él se quiebra, se parte, ella se consume, se seca. El otro siempre está en perpetua partida. El otro es siempre migrante. El otro siempre huye. En contraposición yo permanezco inmóvil, sediento, sedentario. Yo que amo, padezco.
Hombre y mujer no logran el encuentro sino de forma episódica, porque se necesitan. El deseo es asfixiado por la necesidad. No puedo acabar de desear al otro en tanto me es necesario. El otro funciona como antídoto de mi soledad, pero, al mismo tiempo, es el testigo que me recuerda que estoy solo.Como adolescentes crónicos, construyen en la dependencia, en el dolor físico y en un juego de seducción permanente con la muerte, la ilusión de desgarramiento del velo. Juan y Paula representan de manera trágica y absurda, el miedo a crecer, el temor de adquirir una certeza.