El cineasta ucraniano discípulo de Eisenstein, Grigori Kozintsev, filma un Don Quijote en color, con Nikolai Cherkassov en el papel de hidalgo y excelentemente ambientado por el escultor español Alberto Sánches, exiliado en la Unión Soviética desde el fin de la Guerra Civil. Kozintsev en su afán por subrayar la condición de símbolo de la justicia de don Quijote, presenta, como ha señalado con agudeza Jose Luis Borau, a un caballero que no está loco. Es un hombre de extrema buena voluntad, un profeta, que sale a los campos de Castilla a predicar su buena nueva y fracasa. Los libros de caballería no le secaron el cerebro, aunque el cura y el barbero los quemen en el patio
.URSS, Don Kikhot, 1957, 102'.