Esta es una de las películas más extrañas de la historia del cine. En medio de un cementerio, de noche, un señor con una media en la cabeza se dirige a una muchacha: “¡Sí, yo estoy aquí! Soy el Demonio que posee tu alma!”, y así sigue, hasta extremos imprevisibles. Debe decirse además que Dementia deja en el espectador una impresión alucinógena no sólo debido a la arbitrariedad absoluta de los acontecimientos que se suceden en la pantalla, sino también a la sorprendente eficacia de su formulación visual (insólita para un film independiente de clase Z), a la ausencia de diálogos (sólo hay un ocasional relato en off a lo largo de todo el relato) y, sobre todo, a la partitura original de George Antheil, genio musical avant garde que vino a parar a este film por razones completamente misteriosas.
Dir. John Parker.USA, 1955, 56'.