José Tono Martínez explica el Camino de Santiago como viaje iniciático secularizado y heterodoxo que cautiva por igual a los fieles devotos peregrinos, o a los simples curiosos del misterio, a los viajeros y aventureros de todos los países y credos, hippies, libertarios, apocalípticos e integrados, y también, por supuesto, a los amantes del arte, de la historia antigua y de las viejas simbologías que se pierden en la noche de los tiempos.
De acuerdo a esta idea, uno de los símbolos más poderosos del Camino estaría relacionado con la idea del viaje iniciático, con la idea de recorrido, con sus etapas y pruebas, con sus ritos y deberes, y todo él conformaría un poderoso y articulado mecanismo para sacralizar lo cotidiano, para extraerlo y apartarlo de su función real y utilitaria y llevarlo al ámbito de lo mágico. ¿Cuál es la relevancia de la Ruta de las Estrellas hoy y la verdad profunda del Camino?, ¿por qué sigue siendo tan importante para cientos de miles de personas que cada año se lanzan a recorrer los caminos? Historia comparada, arte y espiritualidad, aventura, autorrealización y compromiso.
El Camino, entonces, para decirlo en una jerga contemporánea, vendría a ser un “portal”, uno de los más primitivos que se conservan, un “espacio-red” que permitiría la puesta en común de muchos proyectos de vida. Y, también, el empoderamiento de todos, y del Camino mismo, redistribuido hacia cada uno de sus integrantes, conformando así una tupida red de araña en la que cada caminante ocuparía una sinapsis, o enlace de dicho entramado infinito de círculos. ¿Quiénes están enterrados en las criptas jacobitas? ¿Cuál es el final del Camino, Santiago de Compostela o Finisterre?, ¿el Camino acaba en algún momento, o nunca termina? Para el autor, el Camino es un espacio liberado de nocobertura, parte del Movimiento Slow, y espacio de red secreta que nos pone fuera del siglo.
Disertantes: José Tono Martínez //