Hace poco más de un año se subieron al colectivo y empezaron a andar. Estos fotógrafos saben que el punto de vista que elijan será el punto de vista desde el cual miraremos también nosotros. Llamarán nuestra atención para que, como ellos, miremos ahí.

En tanto espectadores de fotografías, nos volvemos a ubicar en el tiempo y el lugar de la escena fotografiada. Desde nuestro “aquí y ahora” podemos ir al “allí y entonces” de la imagen. Así, al observar estas fotos, tendremos los pies en el agua, escucharemos tambores o entraremos a las habitaciones coloridas del Hotel Goldín.

Nos habremos mirado a los ojos con inundados, murguistas, ex combatientes, científicos, boxeadores, travestis, ocupantes, manifestantes a favor y en contra. Con quienes dicen, sufren y esperan. Con quienes luchan, cantan y recuerdan.

La sociedad en la que vivimos está atravesada por tensiones: entre los que tienen y los que no, entre los que pueden y los que no, entre los que son escuchados y los que no.

Estos fotógrafos, en el estilo de su trabajo, intentan generar tensiones. Así como las cuerdas de un instrumento tienen que estar tensionadas para producir sonido, en estas imágenes la tensión del lenguaje es necesaria para decir y escuchar.

Estas fotografías son sin ninguna duda documentales. No obstante, desprejuiciadamente, se manifiestan como construcción. Ponen en evidencia una y otra vez las decisiones elegidas subjetivamente: tiempos lentos de exposición, puesta de luces particulares, realización de montajes, inclusión de escenografías, acciones de intervención sobre lo que acontece.

Esta ruptura produce una especie de chasquido para que nuestros ojos se despabilen, se vuelvan más lúcidos, para que también critiquen, propongan, iluminen.

Para que no recibamos la realidad como algo dado, sino como algo a significar, a intervenir, a transformar.

Lic. Marisa Strelczenia

Última fecha

jue

15

septiembre / 2016

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