La autora Clarice Lispector desafía los límites de la literatura y solo la literatura
puede contenerla
dice Evando Nascimiento en un texto crítico. Ella cuando
escribe se permite pensar lo impensado, y lo vuelca de manera pródiga en toda la
maravillosa producción que escribió en la lengua portuguesa de Brasil, su lengua.
Escribir es su vida, su ser. En septiembre de 1966 en su casa y en su cama es
presa del estrago de un incendio. No muere quemada, más producto de las llamas su brazo y mano derecha quedan inválidos. Tres meses permaneció internada. La acción de la obra transcurre en la noche del retorno a su habitación. Esas horas es un tiempo entre los tiempos en el cual se le hace presente la voz de Haia, que es ella misma antes de llamarse Clarice. Con Haia recorre sus fantasmas de pequeña, y de su vida. Por momentos el cuerpo de la autora es atravesado por la fuerza de tanatos
y en otros invadido por eros
. ¿Qué puede ser más difícil para alguien de la talla de Clarice Lispector que no poder escribir? Sin embargo, hay páginas que la escritora nunca ha podido volcar al papel. Esas páginas son sobre Pedrihno, su hijo mayor que sufre una grave enfermedad mental. El arte no es libertad, es liberación
dice Clarice Lispector. Clarice madre no se libera del fantasma del hijo, a pesar de lo cual la seducción de las scolas del carnaval de Río de Janeiro, la invaden y le permiten enfrentarse a la máquina de escribir.
Actores: Susana Yasán // Dirección: Silvio Gressani // Música: Eduardo Felenbok