La literatura antecede al cine, desde las narraciones orales hasta la escritura. Se conforman las grandes épicas, ficciones que metaforizan la unidad de un pueblo, historias individuales que forjan la idea de comunidad.
Con la literatura moderna, aquella gesta se cuestiona y la narración ascendente de los relatos, cae. El eje pasa a ser la forma, promoviendo un lector que deja de priorizar la historia – el qué – para centrar su interés en el cómo. Proust, Faulkner, Borges, Kafka asoman como disparadores de estilos que no excluyen la metáfora, pero habilitan multiplicidad de significaciones y ya no un sentido unívoco.
Pero apoyarnos en la literatura como previa al cine, es pensar en términos de lenguajes consolidados. ¿Qué sucedió antes de que se constituyeran? Un dato certero es que ya desde los primeros grabados en cuevas prehistóricas se encuentra la cocina de lo que luego fue la escritura: lo fundacional fue la imagen, no el verbo.
El punto de inflexión es en el siglo diecinueve, donde palabra e imagen se integran en ese nuevo arte llamado cine. ¿En qué consiste el proceso creador de escritores y directores de cine? ¿Cuáles son las posibilidades del lector de historias y del espectador? ¿Se puede hablar en el cine de un proceso de lectura?
El seminario propone un tránsito por las posibilidades de abordaje en los procesos de traslación de un lenguaje al otro, mediante la lectura previa de cuentos especialmente seleccionados y las formas del cine en donde se contempla el trabajo de cámara, montaje, luz, color, forma actoral y modos de adaptación de la palabra escrita.
Analizaremos la relación entre las siguientes obras: – “La caída de la casa Usher” de Edgar Allan Poe (1839), y las versiones cinematográficas de Jean Epstein (Francia) y de James Sibley Watson/Melville Webber (Estados Unidos) ambas de 1928.
“Los muertos” de James Joyce (1914), y la versión cinematográfica de John Huston (Estados Unidos, 1987).
“Rashömon” (1915) y “En el bosque” (1922) de Ryunosuke Akutagawa en relación con “Rashömon” de Akira Kurosawa (Japón, 1950).
“Los asesinos” de Ernest Hemingway (1927) y el cortometraje homónimo de Andrei Tarkovsky (1956).
“Las babas del diablo” de Julio Cortázar (1959), y la versión de Michelángelo Antonioni: “Blow Up” (Italia, Reino Unido, 1966).
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Docente: Luis Franc, Nuria García //