Un espacio vertical gigante, vacío. Parte del decorado duro que se ve en una autopista. Podría dejarse así, como ocurre en buena parte del mundo. Podría tener plantas, podría ser un mural. Pero, en Buenos Aires y alrededores, una pared de autopista puede convertirse –y se convierte con demasiada frecuencia–en propaganda política, meramente nombres y apellidos, o solo apellidos o algún sobrenombre en letras gigantescas. La pintada de estas letras se realiza mediante brigadas que se disputan esos espacios publicitarios ilegales. La película de D’Angiolillo es una ficción cargada de documental, o viceversa. Lo que es innegable es el poder del director de “Hacerme feriante” de revelar mundos semiocultos con lógicas propias, con códigos y jerarquías propias, incluso por fuera de la legalidad que dicen defender los políticos que usan sus servicios. Eze, Franky y el Narigón son los protagonistas de este relato que examina de cerca –con narrativa creíble, áspera, incómoda– conflictos territoriales, lealtades y traiciones: micropolítica local.
Dirección y Guión: Julián d’Angiolillo
Dirección: Los Andes Cine, El Nuevo Municipio
Dirección: Julián d´Angiolillo, Los Andes Cine //