Sobre esta exposición de Emma Herbin, en la que elige el cerdo como único motivo de una serie de tintas y dibujos, explica su curador Eduardo Stupía: Se diría que lo hace haciéndose cargo parcialmente de los ejemplos que le parecen menos tremebundos y sobrecargados - y, por ende, más útiles para ella - de la profusa iconografía que ha hecho del cerdo motivo de sátira, crítica y metáfora.

Lo más redundante que la muestra ofrece en cuanto a la presencia del objeto elegido es la cabeza de cerdo preservada que de algún modo la preside, y algunas fotos suficientemente neutras y hasta candorosas de simpáticos cerditos. Herbin se hace explícita para exorcizar de una buena vez la referencia, y así poder lanzarse a dibujar tranquila.

Está claro que para Herbin el cerdo es mucho más un modelo interesante de constitución física, de corporeidad mórbida, opulenta, cansina, que un elemento para abundar, ella también, en la tradición representativa de alegoría visual que ha hecho del cerdo una perfecta herramienta para el escarnio y la denuncia.

Desde luego, no basta con esa aparente decisión como para desplazar la lectura de la muestra de toda la carga cultural que acompaña al personaje cerdo, pero Herbin consigue que su elección, tan unilateralmente fanática como arbitraria, nos remita paradójicamente no tanto al cerdo sino a los modos de dibujarlo.

Como si estuviéramos frente a una profusa sucesión de bosquejos y estudios vemos como Herbin copia tanto como improvisa, abordando el volumen blando a través del dibujo ágil jerarquizado en la superposición palpitante de planos y modulaciones en aguada, así como el crudo y sensible trazado lineal para el detalle de cueros, dientes y pelambres en texturas minuciosas en tinta...

Última fecha

dom

14

abril / 2013

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