La producción de Carl Orff a menudo resulta difícil de clasificar en términos de géneros musicales. El propio compositor y pedagogo muniqués recurrió a términos como Vertonung (“puesta en música”) o Märchenopern (“óperas de cuentos de hadas”) para referirse a obras como Antigonae o Die Kluge, eludiendo así –y a la vez especificando– el concepto más corriente de “ópera”. Su famosa Carmina Burana (“Canciones de Beuern”, en latín) no es una excepción a esta circunstancia. Concebida por su autor como una “cantata escénica”, esta obra vio la luz entre 1935 y 1936. Su estreno el año siguiente convirtió a Orff en un músico de gran prestigio en su país natal, hecho que –considerando la terrible situación político-cultural que entonces transitaba Alemania– llegó a valerle también durísimas críticas. Organizados en cinco grandes secciones, sus veinticuatro movimientos fueron compuestos sobre textos provenientes de la colección de cantos goliardos del mismo nombre. El manuscrito medieval consta de más de doscientos cincuenta poemas, en su gran mayoría de carácter anónimo, escritos entre los siglos XI y XIII. La lengua dominante es el latín, si bien en algunos casos se empleó el alto alemán medio, el francés antiguo o el provenzal. En una clave generalmente satírica, pero al mismo tiempo festiva, los poemas abordan temas tales como el amor, la fortuna, el destino, la codicia, el juego o la muerte, otorgándose un importante lugar al mundo de los placeres terrenales (al que suele aludirse a través de descripciones a veces muy explícitas). Su mordaz mirada crítica, dirigida sobre todo a la Iglesia medieval, se extiende a los vicios y a los abusos de la autoridad secular. Si bien numerosos compositores y bandas han ofrecido su propio abordaje de este material, el de Orff continúa siendo, por un amplio margen, el de mayor renombre. Especialmente la pieza titulada “O Fortuna” –con la que se abre y se cierra la obra– ha ganado una enorme popularidad entre el gran público al punto de opacar todo el resto de la producción del autor, incluyendo aun los otros movimientos de la propia Carmina Burana. Y sin embargo, la recontextualización de esta pieza nos permite no sólo renovar nuestra mirada a propósito de la misma, sino también valorar con mayor justicia el conjunto poético y musical en cuyo marco fue concebida.
Carmina Burana de Carl Orff dirigida por el Maestro Miguel Angel Pesce. Ensamble de percusión del Conservatorio Astor Piazolla dirigida por Marina Calzado Linage. Pianos: Orlando Millaá y Matías Targhetta Solistas: Laura Polverini, Pablo Pollitzer. La entrada es libre y gratuita y es por orden de llegada hasta completar la sala.
Cantantes: Laura Polverini, Pablo Pollitzer //