Colección AMALITA junto a la Embajada de la República Oriental del Uruguay en la República Argentina y el Museo-Taller de Casapueblo en Uruguay, presentan la exhibición Carlos Páez Vilaró, Cien años de un rioplatense, en homenaje a los cien años de su nacimiento.
Estos cuadros nos transportan a sus comienzos. Inicialmente siguiendo los pasos de Pedro Figari y luego motivado por Pablo Picasso, plasmando un aire cubista en sus óleos, después de haberlo conocido en Francia.
Luego de su etapa inicial, Páez Vilaró partió hacia Bahía y luego aterrizó en África con su maleta de pintor. Se convirtió en una aspiradora, tomando lo que más lo impresionaba de las distintas culturas para transformarlo y volcarlo en sus obras. Así recorrió el mundo y montó sus talleres por donde anduvo.
Las cajas que vemos atrapando collages, son testimonios de sus días en Nueva York, donde se dedicaba a juntar piezas, engranajes, objetos en desuso, para encajonar sus ideas detrás de un cristal.
Esta serie se continuó en Casapueblo, su taller de Uruguay.
En su larga trayectoria de más de 60 años, integró los colores planos, las paletas vibrantes y utilizó números y letras, producto de su paso por las imprentas en Avellaneda.
Se animó a quebrar las perspectivas, a jugar con líneas en distintos planos y a rematar las figuras con filetes.
Los grafismos que aparecen en sus obras son producto del contacto con el arte africano.
Fue un gran comunicador y publicista. Le interesaba retratar reuniones sociales, festejos y marchas, tentado por las grandes dimensiones. Al observar estas piezas se puede sentir el bullicio, los temblores y los latidos de sus personajes.
Sus últimos trabajos realizados en Argentina fueron exhibidos en junio de 2013 en el Museo de Arte Tigre. Como despedida, quiso homenajear al color blanco, disparador inicial que lo tentaba a atacar el bastidor. En esta ocasión quiso darle al blanco la importancia de provocar la creación, y en cada tela agrupó en una frase selvática, onírica y teatral, todo aquello que lo motivaba, pero dejando el fondo inmaculado.
Páez Vilaró definió a esta serie como un remate final, creando un laberinto de color con toda la energía y amor por la vida, a sus jóvenes 90 años.
Curador: María Dezuliani //