La exposición de Diego Alexandre está conformada por una serie de ocho cajas con escenas en movimiento, que transcurren en ambientes sociales y recreativos como el bar, la calle, el gimnasio o la playa. En ellas, un personaje solitario comienza a ser acosado por construcciones fantasiosas propias; una leve paranoia que pareciera originarse en la actitud de una pareja a sus espaldas y en constante movimiento, como si se tratara de una sensación circular, recurrente, difícil de frenar y ubicar. Sin embargo, las escenas paranoicas del artista están lejos de provocar sensaciones densas o cargadas de tensión, sino que poseen una frescura capaz de incitar a la sonrisa. Como en sus proyectos previos, el artista apela al humor y al juego para quitarle gravedad a aquellas pequeñas tragedias de la vida cotidiana.
Bajo sospecha se presenta dentro de una sala del Museo modificada para la ocasión. El espacio se transforma en una nueva caja rectangular que contiene al conjunto de piezas y provoca la percepción de un gran paisaje unificado bajo una misma línea de horizonte, que puede verse a través de ventanas. El efecto puede ser hipnótico, meditativo o puede marear, pero sin dudas va a entretener, como si se tratara de un acuario sobre la tragicómica existencia del hombre.