¿Cómo habita el pasado en el presente? ¿De qué modo se hace palpable la historia? ¿Qué tipo de memoria son capaces de preservar los objetos y los cuerpos? Una determinación radical de la belleza encarna en la violencia de los “Días peronistas” (2019) del artista Martín Weber.
A la vista, se trata de una serie de papeles rectangulares apaisados y entre vidrios que contienen manchas irregulares –agrupadas o dispersas, más intensas o más tenues, más o menos saturadas– que evocan, por caso, la inmensidad de los cielos de Turner.
Dispuestas en una escala que recorre distintas gradaciones del azul de Prusia, estas imágenes diseñan un juego de alternancia entre amaneceres y atardeceres; también se asemejan a esas aplicaciones digitales para auscultar el clima que ficcionalizan el cielo en diferentes estados. Los títulos de las piezas que Weber les asignó a las obras “Día peronista #1”, “Día peronista # 2”… juegan con una frase muy instalada en el imaginario popular argentino y disuelven el éxtasis contemplativo sugerido por lo que se ve en la superficie. Porque, en efecto, esa superficie no ofrece la información suficiente para comprender cabalmente la carga irónica y trágica contenida en estos paisajes celestes.
Si se examina en detalle la materialidad de estas obras percibimos que se trata de cianotipos, una técnica decimonónica revitalizada por la fotografía contemporánea por sus posibilidades plásticas y expresivas.
Los “Días peronistas” fueron elaborados a partir de seis Blindex (vidrios laminados) que protegían el féretro del ex presidente argentino, Juan Domingo Perón, y que fueron rotos a martillazos para cortar y extraer sus manos, cuando en junio de 1987 fuera profanado su féretro que se encontraba en una bóveda blindada en el cementerio de la Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires. Actualmente estos Blindex se encuentran bajo custodia en el Museo de la Policía; para poder acceder a ellos Weber debió entrevistarse con el juez de la causa relativa a la profanación, quien le otorgó una autorización para realizar el procedimiento de cianotipia.
Así, el artista pudo utilizar los vidrios como negativos y emulsionó las tiras de papel colocadas, una a una, en contacto directo y expuestas a la luz ultravioleta, como la utilizada por la policía forense, luego las reveló con agua.
Si los “Días peronistas” convocan alguna forma de sentimiento de lo sublime no es a fuerza de presentar lo impresentable sino por traer a la presencia un trazo y su retirada. Estos cianotipos son a la vez el gesto y el archivo de un contacto con una materialidad que porta la memoria de la historia. De este modo, los sutiles papeles emulsionados por Weber funcionan como un cenotafio en su sentido más literal, como monumento funerario vacío que no contiene el cadáver pero en su lugar señala algo que ha ocurrido y se ha perdido.
Una presencia surge entonces sedimentada tanto en la propia apariencia de los vidrios -sometidos a movimientos, ultrajes, procedimientos físicos y judiciales a lo largo de tres décadas- como mediante el dispositivo fotográfico que registró químicamente en un soporte aquel movimiento detenido.
“Días peronistas” forma parte de Historias encarnadas, Una historia de la violencia, vol.1. Este proyecto hace eje en tres de las figuras emblemáticas de la historia y el discurso político latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX: El Che, Evita y Perón. Tres cuerpos sometidos a profanaciones y ocultamientos: las manos del Che fueron cortadas la noche después de su ejecución para identificar sus huellas digitales; el cuerpo de Evita, secuestrado, desaparecido y devuelto catorce años después; y la tumba de Juan Domingo Perón, que fue profanada y sus manos mutiladas. A la luz de estos episodios luctuosos de la historia latinoamericana, Weber se interesa por ese tipo de pasado que no precede al presente, sino que se aloja en él, emergiendo con los variados rostros del anacronismo. Un pasado que, en momentos de crisis y desintegración, nos asalta súbitamente, como decía Walter Benjamin, en un “instante de peligro”.
Paula Bertúa (Curadora e investigadora Adjunta CONICET).
Artistas: Martín Weber //