Como alumno reputado de la escena de Nueva York, Hirshfield tiene en su instrumento, la batería, un modo de expresión libre, ajustado pero jamás rutinario; el ritmo como invocación de cierta naturaleza tribal profunda –esa que evoca noches en vela, ebullición sin límites; la claridad exhausta que antecede a la salida plena del sol; el golpeteo incesante del diástole y el sístole como aquella “otra música” en la que el cuerpo no resigna con tanta facilidad su papel de médium.
En esta clínica, la forma y la improvisación no son meros conceptos arrojados al aire sino parte de un ciclo virtuoso a través del cual este baterista extraordinario, formado en legendarias interacciones con lo más granado del jazz mundial, ofrece parte de su ética como artista y de la estética con la que los rudimentos de su oficio alcanzan bordes de una excelencia sostenida en el tiempo.
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Instrumentistas: Jeff Hirshfield //