En el escenario, se recrea el ambiente de un salón de baile. Allí hay tres personajes: dos de ellos interpretados por una magnífica pareja de baile que sobresale también en el arte de la comedia; el tercero es una suerte de conferencista que acompaña el juego de los bailarines.
La obra recorre ocho escenas y muy variados registros: desde el acercamiento sensible a las honduras del tango hasta el humor más desopilante. Y todo acompañado por la bella música de la década de 1940.