Bacher propone un homenaje al hermoso rinoceronte negro extinguido en épocas recientes por manos humanas, comunicando un mensaje de carácter proteccionista de las especies y del planeta. Una impactante escultura de un rinoceronte muerto de 5 metros de largo por 1.70 metros de altura, modelado en un estilo clásico- expresionista; ocupará el centro de la sala.
El artista parte de la idea que extinguir a una especie, en este caso a los rinocerontes negros, es extinguirnos a nosotros mismo en tanto humanos. También alude al carácter irreversible de la acción de borrarlos de la faz de la tierra siendo los humanos responsables de esta acción en contra de la naturaleza. El Rinoceronte negro, enorme animal con reminiscencias pre- históricas habita el planeta mucho antes que los humanos. A pesar de su tamaño, su temible cuerno y su imponente presencia, era totalmente inofensivo, herbívoro y afectivo.
El artista sostiene que el hecho que el rinoceronte negro (Diceros Bicornis Longipes) no exista mas es grave porque refleja una falta de amor propio y de respeto hacia el planeta. “En una oportunidad un periodista pregunto a Stephen Hawking si creía en Dios: ‘Somos solamente un pariente evolucionado del mono viviendo en un planeta ordinario en una ordinaria estrella más. Pero somos capaces de comprender el universo, y eso nos hace muy especiales.’ Nuestra existencia es pura casualidad, no tenemos derecho a decidir sobre otras razas. Por el contrario deberíamos dedicarlos a cuidarlas, convivir con ellas y gozarlas.”; expresa Federico Bacher. El artista presenta entonces su colaboración y memoria a este hermoso y dulce animal que no existe más, y paralelamente quiere dar con la serie de obras “Vida”, esperanza y buen augurio al futuro del planeta.