A tu natural elegancia, nos sumerge en el exquisito universo del escultor Martín Calcagno. Un mundo donde el bronce, el vidrio y la madera superan su dimensión material. El artista, paciente y metódico, se encarga de hacer hablar a estos materiales a través de sus cualidades más expresivas: la dulzura, la nobleza, la calidez, la elegancia. Por eso, no sorprende leer en sus obras frases como “baby” tatuada en los dientes de una vánitas, ni ver un corazón de bronce totalmente expuesto como ofrenda. Es que la idea del “fetiche”, en un amplio sentido, circula por la obra de Calcagno. Fetiche como aquello que se desea alcanzar con una voluntad obsesiva, fetiche como el proceso por el cual se le atribuye a las imágenes un valor simbólico y extraordinario por fuera de sí.
Esta idea no se plasma sólo en el universo visual que construye Calcagno, donde la pasión, el romance y el deseo se expresan al límite, también está en sus propias elecciones como escultor: como a lo largo del tiempo sostuvo el amor por los mismos materiales explorándolos, en las terminaciones perfectas de cada obra, el los pequeños detalles, en el homenaje a sus amigos-colegas; en suma, en como un escultor entiende el mundo y lo ofrece.