Sobre esta exposición de Ernesto Riveiro, Pascaline Mulliez escribió: El díptico fue durante mucho tiempo, para el artista, el medio de escape de la tiranía de la superficie única y homogénea que impone a priori una espacialidad de la obra venidera. El políptico se compone de dos paneles de madera, dos instantes de pintura separados y distintos. La asociación y el ensamble de los dos elementos trabajados de manera separada –la mayor parte verticales y a veces horizontales- son el fruto de criterios propios del artista y constituyen el fin de la obra.
Si se pregunta acerca de la dificultad de aprehender la superficie blanca y desnuda de la tela (o la madera), para Ernesto Riveiro no es el vacío en sí lo que resulta un problema, sino más bien la cantidad de posibilidades que devendrían en conflicto. Se trata entonces para el pintor, de suprimir, despejar, aclarar y simplificar una serie de actos potenciales de la pintura. El gesto pictórico de Riveiro es un gesto gráfico: el artista dibuja un recorrido sobre la superficie de la tela. El pincel contrae un movimiento, bosqueja una forma, suspende el impulso, retoma, se dispersa en una constelación de manchas, permite al color expandirse en largas estelas, luego opaca por aquí, rasguña por allí, araña, teje enseguida una trama geométrica balbuceante, caprichosa y agitada".