Todo empezó con que Roman Polanski quería probar el 3D en películas pornográficas, y derivó en dos obras de sexo camp con los principales mitos del terror que sumó a parte de la Factoría Warhol. Desde el primer Frankenstein (1931) de James Whale, es fácil imaginar una relación erótica entre el Doctor y su criatura. Y el abordaje de esa relación por Morrissey tiene grandes méritos, empezando por la sofisticada forma paródica. La copia ha conocido épocas mejores, pero es la única que se conserva en fílmico en la Argentina.Flesh for Frankenstein, Italia / Alemania / Francia, 1974, 94'.