Amelia y la eternidad es una suerte de poema telúrico, donde la narradora entra en una especie de trance literario, poniéndole voz al cuerpo de la ausencia.
A través de una prosa tan fresca como delirante, Zuleika Esnal nos sumerge en una historia en la que sus personajes deambulan en un perpetuo estado liminal, entre lo que se ha ido y lo que está por llegar, en el cual “los vivos le cierran los ojos a los muertos, y los muertos le abren los ojos a los vivos”.
Lo hace a través del humor, esa lumbre que nos permite asomarnos al horror y espantar a carcajadas lo siniestro. Logra, de esta manera, sacarle el halo de solemnidad a un tema delicado, muy difícil de abordar: las víctimas de los crímenes sociales cometidos por el Poder a lo largo de la Historia, para poder contarla, esta vez, con nuestras bocas, y también, con nuestras manos.
Pasional, escénica, contundente, Esnal se compromete sin medias tintas ni especulaciones, hurgando la esperanza entre los huesos de todo lo que amamos, honrando a través de la memoria a nuestros muertos que no paran de nacer, porque como sus causas y sus banderas, están más vivos que nunca.
Disertantes: Zuleika Esnal, Ana María Careaga, Rodrigo Cárdenas, Julia Eva Saggini, Doris Sanabria //