Si ciertas drogas sirven para “dar con la materialidad del paisaje sonoro psicodélico del trance”, la escultura en el caso de Aráoz funciona para materializar lo abstracto que lo controla y producir a su vez herramientas abstractas de control.
Este ida y vuelta entre lo material y lo inmaterial, dentro de una economía de la percepción ultra regulada, no implica sin embargo que las esculturas deban leerse como el derrame de una cosmología interna sobre el mundo. Nicanor es más como un libro: la máquina que se conecta a otras máquinas, el sueño que se conecta a otros sueños.
En esta muestra finalmente abandona su observación sobre los carnavales del crimen y se conecta de nuevo con el sueño de una casa, con el sueño de la risa, con el sueño de una forma y con el sueño de todxs nosotrxs.