No es el lesbianismo sino el hecho de romper una pareja y arrastrar a alguien al suicidio lo que para Sartre constituye un crimen tan grave como el infanticidio y la cobardía. Ya en el infierno, Inés intenta entregarse a Esther prometiéndole que será eternamente suya, pero Esther prefiere a Garcin que es incapaz de amar porque no se atreve. Los tres tendrán que soportar eternamente la mirada del otro, siempre lista a juzgarlos. En la obra, escrita en 1947, Sartre no da indicaciones explícitas de puesta en escena ni de marcación de actores, pero es perceptible la intención de plasmar su concepción existencialista de la filosofía, de moda a fines de los 40 y durante los 50. Del mismo modo, el film trabaja sobre la condena propia y la pública, la vergüenza y el egoísmo: cada uno es el infierno de los otros. Fragmento de un texto de Natalia Taccetta y Fernando Martín Peña.
De Pedro Escudero.
Argentina, 1962, 76'.