En esta muestra de la galería, de escala íntima, se enfatiza el rol de Vigo como editor. Se pone a disposición de los visitantes ejemplares de la Última exposición de arte correo de 1975, un trabajo en conjunto con Horacio Zabala, que de hecho fue la primer muestra de proyectos internacionales de arte postal en Argentina y la segunda en Latinoamérica y el Libro Internacional, tres volúmenes producidos entre 1976 y 1980 en donde Vigo recopila trabajos solicitados a una veintena de artistas internacionales, que le fueron enviados por correo. Entre quienes participaron en Libro Internacional se encuentran Luis Benedit, Horacio Zabala, Genesis P. Orridge, Ulises Carrión, Paulo Bruscky, Hervé Fischer, Guillermo Deisler, entre otros.

Las fotografías hoy en día se nos presentan ubicuamente, aparecen y son hechas en todos lados, suerte de interfaz primario entre lo público y lo privado, entre lo destacable y lo banal. Registros que en gran parte van a ser vistos únicamente en el momento de ser hechos, para quedar rápidamente olvidados en algunamemoria externa. Pero aún con esa inmaterialidad digital flotando en el mundo de las cosas, algunas imágenes resisten esa intención de convertirse rápidamente en un fetiche, en un mero desviador de la mirada, para intentar transformarse en un objeto que funcione como un freno: funcionar como una pausa, un silencio en el medio de la aceleración líquida de las cosas.

Inmovilidad y silencio también siempre fueron las características de la escultura. A pesar de que se trata de un medio más frecuentemente asociado con la pintura, la fotografía y la escultura comparten procedimientos en sus formas de producir y representar. Mientras una esculpe en el tiempo, la otra retrata el espacio, sus volúmenes, sus formas. Ambas podrían pensarse como procedimientos extractivos: el cincel iba sacando partes del bloque de piedra mientras el revelado fotográfico retiraba las sales de plata no quemadas por el efecto de la luz.

Pero es cuando se piensa la objetualidad, la fisicalidad misma de las fotografías cuando se las acerca más indiscretamente al universo de la escultura. Es allí, en esos intersticios entre la bidimensionalidad y la tridimensionalidad, entre lo líquido y lo sólido, entre la impresión de la luz y la sensitividad de las superficies, donde se proyecta este plan de evasión. Los planos de un campo expandido donde se entremezclan objetos, espacios y cuerpos.

En la cárcel insular imaginada por el gobernador Castel en la novela Plan de evasión de Adolfo Bioy Casares, se prepara una especie de revuelta de los sentidos en que las cosas dejan de ser lo que son para transformarse aparentemente en otras. En esta exhibición, las fotografías se camuflan en esculturas y las esculturas se esconden en las fotografías, operando unas sobre las otras.

Como en la novela, los nervios ópticos se funden y se confunden con los táctiles para empezar a ver con las manos. Con obras que van desde las transmutaciones corporales de Osías Yanov, Eduardo Costa, Raúl Flores y Marcelo Grosman, hasta las de las geografías espaciales de Amadeo Azar, Bruno Dubner o Erica Bohm, pasando por la investigación sobre la materialidad misma de los soportes en las obras de Marcela Sinclair, Gabriela Schevach, Gastón Pérsico, Rosana Schoijett y Cecilia Szalkowicz.

Una exploración de los límites y las posibilidades de los lenguajes de la representación, en un juego de espejos de ausencias que se convierten presencias y en donde las formas se parecen a las imágenes.

Última fecha

sáb

11

mayo

También te puede interesar